Nos criaron para que pensáramos únicamente en formar una familia, tener hijitos, aprender a cocinar… todo para y con EL MISMO HOMBRE... y claro!, cómo después, pasando los años, no íbamos a sentirnos patéticamente frustradas al ver que eso es imposible en un 99,99% de los casos?
A una le pasan, y la pisan, los años y, vaya a saber qué varita mágica fue la esquivamos en el camino y nunca nos tocó, y se encuentra que llegó a los 40 –y un poco más también- sola y terriblemente decepcionada con todos los portadores de penes. Ese es el momento en que nuestras cabezas deberían hacer el tan famoso, pero no por todas conocido, CLICK. Si, si, siiiiiiiiiii… click… o CLINCK CAJA, o “palo y a la bolsa”, como decía mi abuela (será que ella era una visionaria advirtiéndome sobre mi futuro con los hombres, o que era una avanzada en el tema chongos?... nunca lo sabré).
En fin. Terminamos una relación –LA relación- y se viene la tragedia shakesperiana, pero pasada la etapa de “tristeza-angustia-desconsuelo-odio-lo quiero matar-si no es mío no es de ninguna-que se vaya a cagar-él se la perdió-gil” llega el resurgimiento. Sí, un RENACIMIENTO, aunque con un neceser lleno de cremas anti-age, gel anticelulítico, corrector de patas de gallo y todo kit nuevo que lanza el mercado cosmético. Y ahí salimos al ataque! Diosas, producidas, haciendo alarde de que junto con nuestras arruguitas, y carnes no tan en su lugar, hay también experiencia, calle caminada, años de entrenamiento, conocimiento y todo aquello que los autodenominados machos quieren conocer y disfrutar, pero… siempre hay un pero!. Junto con todo nuestro bagaje también cargamos exigencias: NO CUALQUIERA está a nuestra altura (o comúnmente dicho “no hay poronga que nos venga bien”).
Tenemos que admitir que pertenecemos, las ninfas nacidas en la época del peace and love, a una generación intermedia… o sea, ni avanzadas como nuestras hijas ni conformistas como nuestras madres. Ya no cerramos el upite ni bajamos la cabeza (no al menos en este sentido) frentes a nuestros hombres, como lo hacían prehistóricamente nuestras predecesoras, pero tampoco logramos vivir libres de prejuicios como nuestras hijas!. Entonces… en qué quedamos? Vamos a hacernos las liberales plantándonos frente a los seres peneanos para después andar llorando por cuanta casa de amiga tengamos suplicando conocer al que “nos haga feliz para toda la vida”?. Nooooo, por favor!. Demos el gran paso… subamos varios peldaños en la escalera… dejémonos de joder, y de llorar!. A falta de EL hombre perfecto sequemos nuestros mocos, descartemos los pañuelitos tissue, pongamos en uso todos los maquillajes tensores y lápices de labio colagenados en nuestro haber y salgamos a disfrutar!, Y nada de esperanzarnos con que “ese” que nos mira y saluda a diario cuando pasamos cada mañana, camino a la parada del colectivo, va a enamorarse de nosotras y nos va a invitar a compartir la vida con él… nos mira a nosotras y las mira a todas seguro!
Es hora de valorarnos, de demostrarles que podemos necesitar de ellos sólo para pasarla bien, que no cualquiera nos quita el sueño y que, hasta que aparezca el que se gane nuestra fidelidad (y si, somos de naturaleza soñadora y todas llevamos a Susanita dentro), somos libres de culpa y cargo. Acaso ellos no vienen, generación tras generación, haciendo esto?
No seamos cagonas y pidamos a gritos que la nueva generación no sólo brinde clases de pilates sino también de CHONGAJE!... o es mucho pedir?
A una le pasan, y la pisan, los años y, vaya a saber qué varita mágica fue la esquivamos en el camino y nunca nos tocó, y se encuentra que llegó a los 40 –y un poco más también- sola y terriblemente decepcionada con todos los portadores de penes. Ese es el momento en que nuestras cabezas deberían hacer el tan famoso, pero no por todas conocido, CLICK. Si, si, siiiiiiiiiii… click… o CLINCK CAJA, o “palo y a la bolsa”, como decía mi abuela (será que ella era una visionaria advirtiéndome sobre mi futuro con los hombres, o que era una avanzada en el tema chongos?... nunca lo sabré).
En fin. Terminamos una relación –LA relación- y se viene la tragedia shakesperiana, pero pasada la etapa de “tristeza-angustia-desconsuelo-odio-lo quiero matar-si no es mío no es de ninguna-que se vaya a cagar-él se la perdió-gil” llega el resurgimiento. Sí, un RENACIMIENTO, aunque con un neceser lleno de cremas anti-age, gel anticelulítico, corrector de patas de gallo y todo kit nuevo que lanza el mercado cosmético. Y ahí salimos al ataque! Diosas, producidas, haciendo alarde de que junto con nuestras arruguitas, y carnes no tan en su lugar, hay también experiencia, calle caminada, años de entrenamiento, conocimiento y todo aquello que los autodenominados machos quieren conocer y disfrutar, pero… siempre hay un pero!. Junto con todo nuestro bagaje también cargamos exigencias: NO CUALQUIERA está a nuestra altura (o comúnmente dicho “no hay poronga que nos venga bien”).
Tenemos que admitir que pertenecemos, las ninfas nacidas en la época del peace and love, a una generación intermedia… o sea, ni avanzadas como nuestras hijas ni conformistas como nuestras madres. Ya no cerramos el upite ni bajamos la cabeza (no al menos en este sentido) frentes a nuestros hombres, como lo hacían prehistóricamente nuestras predecesoras, pero tampoco logramos vivir libres de prejuicios como nuestras hijas!. Entonces… en qué quedamos? Vamos a hacernos las liberales plantándonos frente a los seres peneanos para después andar llorando por cuanta casa de amiga tengamos suplicando conocer al que “nos haga feliz para toda la vida”?. Nooooo, por favor!. Demos el gran paso… subamos varios peldaños en la escalera… dejémonos de joder, y de llorar!. A falta de EL hombre perfecto sequemos nuestros mocos, descartemos los pañuelitos tissue, pongamos en uso todos los maquillajes tensores y lápices de labio colagenados en nuestro haber y salgamos a disfrutar!, Y nada de esperanzarnos con que “ese” que nos mira y saluda a diario cuando pasamos cada mañana, camino a la parada del colectivo, va a enamorarse de nosotras y nos va a invitar a compartir la vida con él… nos mira a nosotras y las mira a todas seguro!
Es hora de valorarnos, de demostrarles que podemos necesitar de ellos sólo para pasarla bien, que no cualquiera nos quita el sueño y que, hasta que aparezca el que se gane nuestra fidelidad (y si, somos de naturaleza soñadora y todas llevamos a Susanita dentro), somos libres de culpa y cargo. Acaso ellos no vienen, generación tras generación, haciendo esto?
No seamos cagonas y pidamos a gritos que la nueva generación no sólo brinde clases de pilates sino también de CHONGAJE!... o es mucho pedir?
jajjaaj muy buen texto!!!
ResponderEliminardel tal palo tal astilla, no?
grande ma! igual me da un poco de verguenzita (SI VERGUENZA YO) de darte clases de chongaje!
besote
la prox viene mi texto ehhhhhhh, se q lo debo pero este semana me inspiro
Sí, SEÑORA! Muy bueeeeeeno y sin "peros"! LIIIIIIIBRES, LIBÉEEEEEERIMAS, como con ORGULLO podemos decir que son nuestras hijas de las que sí tenemos MUCHO, MUUUUUUUUUCHO que aprender, como ha sido en cada una de las etapas de sus vidas, en las que generosa y despiadadamente a la vez nos hicieron aprender desde que eran chiquitiiiiitas.
ResponderEliminarABRAZOS!
Excelente texto!!! :) Palo y a la bolsa féminas, a disfrutar!
ResponderEliminarBeso a todas!!!
Como siempre... nunca mejor dicho.
ResponderEliminarSi bien hay cosas que no vivimos, sé que las vamos a vivir y ya puedo sentirme identificada... y estoy muy de acuerdo con vos, Pato!!
dejémosnos de joder con EL hombre perfecto ( q hasta el q nos encanta, si es q nos diera bola, nos decepcionaría..) y vivamos por y para nosotras...no para y por él o cocinarle las milanesas igual q se las hace la mamá... y q NUNCA, PERO NUNCA, queden igual (obvio, nene!!!) y encima t lo recuerde a cada momento...
En vez d gastar en comprar los mejores ingredientes para conkistar el paladar de nuestro chongo, gastemos la misma plata en nosotras...y en todas las cremas y perfumes y valoricemos lo q tenemos...
beso!!!! ( bueno, yo también tendría q ponerlo en práctica, q es lo más difícil)
FELICITACIONES, PATO!